Los perdedores tech

Hubo un tiempo en que fueron jóvenes y exitosos y disfrutaban sus días en Silicon Valley, la meca de la tecnología. Tenían fama, dinero y un futuro asegurado. Tres décadas después, viven en las calles, sin techo y desempleados.

Para empezar a ilustrar sus vidas es necesario saber que en la Bahía de San Francisco, Estados Unidos, se concentra la mayor industria tecnológica del mundo. Dentro de un radio de 50 kilómetros, importantes compañías y prestigiosas universidades desarrollan continuamente invenciones. Del Valle de Silicio , llamado así en honor al elemento químico utilizado para producir chips, surgieron personalidades como, por ejemplo, William Hewlett y David Packard, entre muchos otros. Pero la suerte no fue la misma para todos, y mientras algunos afortunados viven hoy en la abundancia, otros pasan sus días rozando la miseria. Es el caso de John Draper, de 63 años, que fue hallado por Chris Rhoads -periodista del The Wall Street Journal- durmiendo en una camioneta prestada. El vehículo estaba estacionado debajo de la autopista que cruza la misma ciudad en la que un día Draper fue una figura reconocida por sus dotes de "piratería" de sistemas telefónicos. Ingenioso y peculiar, llegó a utilizar un silbato que venía de regalo en una promoción de los cereales Capitán Crunch como base de sus experimentos. Modificando el juguete, alcanzó emitir un tono de 2.600 hz. y así, ingresar a las líneas telefónicas. Descubrió el modo de realizar llamadas gratuitas y desde entonces fue apodado Capitán Crunch. Décadas atrás, sus habilidades fueron aprovechadas para inventar los menús telefónicos activados por tonos y el correo de voz. A mediados de los '70 trabajó junto a Steve Jobs y Steve Wozniak, los fundadores de Apple. En 1977, en una de sus varias estadías en la cárcel, Draper diseñó el primer procesador de texto EasyWriter utilizado por Apple. Pero cuando su carrera estaba en ascenso, Draper sintió que la distribución de las ganancias no estaba siendo justa e inició una demanda. Lo indemnizaron, pero esa mancha en su currículum hizo que jamás consiguiera otro trabajo. Se dice que Steve Wozniak es aún amigo de Draper y que en varias oportunidades trató de darle una mano. No se sabe si Wozniak desistió en el intento pero sí que lo definió como a "la persona más feliz que había conocido en su vida".Otro caso similar es el de Steve Inness, de 47 años, que contribuyó en la creación de pantallas táctiles. Según informa el cronista antes citado, fue visto por última vez haciendo "dedo" en una ruta de Las Vegas. Su caso fue comparado por Rhoads con el de Roy Kaylor, de 68 años, que construyó uno de los primeros autos eléctricos en los '70, pero que hoy, lejos de dormir en los laureles, vive en un remolque. Y con el de Dave Bengel, de 61 años, que tuvo su época dorada en Silicon Valley, pero hoy hizo de un colectivo su residencia permanente. Así como hay casos olvidados en Hollywood, también los hay en el valle de silicona. En el marco de una sociedad en la que ser un loser (perdedor) es casi lo peor del mundo, estas grandes promesas que no llegaron a nada constituyen el lado oscuro del exitismo contemporáneo. Por su incapacidad para desarrollar proyectos personales, por ser considerados problemáticos a la hora de reclamar lo que creían les correspondía, o simplemente por elección de vida, no han entrado en las páginas de oro de la historia tech, pero sí en las de los diarios de todo el mundo, que los bautizaron: "los genios pobres de Silicon Valley". Genios novatos a estar atentos.

Por Lucía Bertotto.
De la redacción de Clarín.com
lbertotto@claringlobal.com.ar

No hay comentarios: