MARTIN VARSAVSKY:Cuando la tecnologia y la iniciativa se juntan.

A los 16 años emigró con su familia a los Estados Unidos, huyendo del régimen militar argentino. Dotado para la innovación, inventó el call back y lo explotó comercialmente, en su primera batalla contra los gigantes de las telecomunicaciones. Con el Premio Nobel César Milstein, creó una empresa de biotecnología, Medicorp Science. Pero su salto al primer plano fue en los ´90, cuando fundó una pequeña compañía de telecomunicaciones en España, que creció aprovechando nichos y a favor de la liberalización del mercado. Hoy, su empresa Jazztel, es una de las quince mayores de España. Mientras, incursiona en Internet con fuertes apuestas destinadas al mercado europeo. Pese a ser una estrella del mundo empresario, critica a los grandes grupos, se presenta como un outsider y tiene fuertes opiniones políticas. En la Argentina, recién salió a la notoriedad este año, cuando donó once millones de dólares para un proyecto educativo en Internet.

Es hijo de una familia de origen ruso, nacido en Buenos Aires hace 40 años, fana de Boca Juniors, emigró a Nueva York en la década del 70. Esta puede ser la historia de tantos argentinos, descendientes de inmigrantes, llegados a esta tierra prometida por el puerto, que salieron por Ezeiza en busca de nuevos horizontes. Pero la historia de Martín Varsavsky tiene otros condimentos: es una estrella del universo empresarial y está logrando posiciones de privilegio en el competitivo mundo de las telecomunicaciones, batallando con varios gigantes para ocupar los espacios que está abriendo la desregulación europea. En febrero último participó del Foro Económico Mundial de Davos y fue nominado como uno de los 100 Líderes Globales del Mañana.
Ingresó al mundo de los negocios en EE.UU. en la década del 80 y creó tres compañías exitosas en las que aún es accionista. Ahora está causando gran revuelo en Europa con Jazztel -una telco con sede en Madrid que cotiza en los mercados Nasdaq y Easdaq-, con el portal Ya.com y con Einsteinet. Tiene además una fuerte presencia en foros empresariales y académicos, así como en Greenpeace, Amnesty International y varias ONGs o en entidades filantrópicas que ayudan a refugiados de los Balcanes, Chechenia y otros convulsionados lugares del mundo, todo ello sin dejar de lado un deporte que lo apasiona: el mountain bike. Pero Martín asegura que su mayor pasión es su familia y que el mayor éxito de su vida llegó en 1989, cuando se casó con Patricia Aisemberg, madre de sus hijos Alexandra, nacida en el 90, Isabella en el 92 y Thomas en el 94.Dueño de una personalidad polifacética, idolatra a personajes tan disímiles como Albert Einstein, Ella Fitzgerald o Michael Miliken, impulsor del festival de bonos que invadió el mercado financiero en los 80. Se define a sí mismo como un "constructor de compañías" que, partiendo de una idea casi siempre diferente, que lleva a hacer cosas que pueden ser provocativas, reúne un grupo de ejecutivos, busca un grupo inversor y la implementa. También se define como un outsider, una especie de Robin Hood que enfrenta al oligopolio que forman las grandes telefónicas europeas para defender los derechos de los consumidores. En España pelea codo a codo junto a ellos por el abaratamiento de las llamadas y por una tarifa plana para Internet.
Se maneja frente a los micrófonos con envidiable soltura. Parece siempre dispuesto a generar polémicas, exhibiendo un discurso rebelde y antisistema, forjado desde sus épocas de dirigente estudiantil, que llama la atención de la prensa y termina convirtiéndose en una ventajosa publicidad. Se lo señala alternativamente como un visionario audaz e imaginativo o como un aventurero jactancioso que quiere pasarse de listo. Para Forbes, que en octubre del año pasado le dedicó una portada con el título de Joven, rico e impaciente, es una de las luces más brillantes de la Europa empresarial. Fortune, en cambio, critica la gestión financiera de sus compañías y el periódico español La Estrella lo llama estratega del pelotazo y abusador de los bonos basura a lo japonés. Su nombre aparece con frecuencia en medios tan diversos como Financial Times, Wall Street Journal, Usa Today, La Vanguardia, El País o Le Monde. No era, en cambio, una presencia muy habitual en la prensa argentina hasta principios de abril de este año, cuando presentó un proyecto para llevar Internet a las escuelas de todo el país junto al Presidente Fernando de la Rúa, a quien acompañó en su reciente gira por EE.UU. Martín Varsavsky aporta a ese proyecto más de once millones de dólares, el uno por ciento su fortuna, calculada en unos 1.200 millones.

Recuerdos de familia
Cuando tenía solo 16 años debió vivir la incertidumbre del exilio en Nueva York, adonde llegó a principios del 77 junto a su familia, compuesta por científicos e intelectuales que no gozaban de la simpatía del gobierno militar. Su padre había sido una de las trescientas personas desalojadas violentamente de la Facultad de Ciencias Exactas en 1966, en el episodio conocido como la noche de los bastones largos. Por su militancia en el Centro de Estudiantes del Colegio Nacional Nicolás Avellaneda, Martín se había visto obligado a dejar las aulas y rendir libre las últimas materias y su primo David -casi un hermano para él- había desaparecido a fines del 76. En una breve autobiografía publicada en Internet cuenta que nació el 25 de abril de 1960, que fue al jardín de infantes Arco Iris e hizo la primaria en el New Model School de Barrio Norte. En EE.UU. hizo un Bachelor of Arts en filosofía y economía en la New York University y dos masters en la Columbia University. Para pagar sus estudios buscó empleos varios como cajero, mensajero en bicicleta y vendedor de libros. También trabajó como corresponsal para medios españoles y argentinos hasta que, en un vuelo de Buenos Aires a Nueva York, conoció al arquitecto Mario Gandelzonas con quién se inició en el mercado inmobiliario. En el 84, con 24 años y sus estudios aún sin terminar, elaboró un plan de negocios en bienes raíces y creó Urban Capital Corporation, empresa que financió su crecimiento con un préstamo del Marine Midland Bank. Se dedicó a operar con compra y venta de hoteles y, aprovechando la moda de los lofts, logró hacerse de un capital considerable vendiendo antiguos edificios reciclados. Para 1986 sus ingresos le permitieron embarcarse en otro proyecto, esta vez junto al Premio Nobel César Milstein y a Claudio Coello, otro científico argentino: la fundación de Medicorp Science, compañía con sede en Canadá, dedicada a desarrollos biotecnológicos.
Entretanto en el 83 el joven emprendedor había recibido el golpe más duro de su vida: poco antes de cumplir los 50 años moría repentinamente su padre y compañero de exilio, Carlos Manuel Varsavsky, un científico brillante que trabajó para la NASA y dirigió el Instituto Argentino de Astronomía, participando de la construcción del radiotelescopio más grande del hemisferio sur, en Florencio Varela. En 1976 debió abandonar su cargo porque desde el gobierno consideraron que esto de la observación del cielo era asunto estratégico vinculado a la defensa y pusieron un militar al frente, según palabras del Presidente Fernando De la Rúa. Varsavsky padre había estudiado en Harvard y otras universidades de EE.UU., donde conoció a Silvia Waisman, su primera esposa -madre de Martín y de su hermana Paula-, con la que se casó en 1959. Doce años después, el matrimonio estaba separado y al tiempo Carlos volvió a casarse, esta vez con la productora de televisión Alicia Creus. ¿Qué puedo decir de nuestra relación?, se pregunta Martín. De chico me dio amor, mucho amor. Los parientes dicen que por su educación americana (léase menos machista) era un padre muy presente, que me cambiaba los pañales y me ponía a dormir. Sigue siendo un padre muy presente. Me dio una educación amplia y me enseñó que uno puede hacer todo tipo de cosas diferentes si tiene una coherencia interna que quizás no es aparente para el resto de la población.

El descubrimiento de Europa
Cuando Medicorp ya estaba encaminada, su fundador empezó a fijarse en el negocio que se insinuaba como vedette de los 90: las telecomunicaciones. Aprovechando la liberalización de tarifas, creó Viatel, una compañía que nació en el 91 ofreciendo callback y otros servicios enfocados principalmente a pymes y un año después extendió sus operaciones a Europa. Varsavsky se movió febrilmente en busca de capitales, logrando una emisión de los llamados bonos de alto rendimiento, diseñada por Morgan Stanley en 1994, que trajo 60 millones de dólares. Al mismo tiempo llegó un aporte de George Soros, más importante por su significación que por su monto, que brindó el espaldarazo necesario para que Viatel lograra una exitosa salida a bolsa, convirtiendo en multimillonario a su presidente. Hoy la primera telco creada por el argentino opera CIRCE, un circuito de fibra óptica que une más de 50 puntos estratégicos de Europa Occidental con las grandes ciudades de la costa Este de EE.UU.
El crecimiento del segmento europeo de Viatel impulsó a Martín a dejar su despacho de la 3ª Avenida de Manhattan y cruzar el Atlántico. Convencido de que las compañías no deben manejarse desde las oficinas centrales, se decidió a estudiar personalmente las posibilidades de seguir expandiéndose en el Viejo Continente. En 1997 estaba instalado en España, todavía dominada por un monopolio estatal, dispuesto a crear una nueva empresa. Por su tardía llegada a la desregulación, ese país, donde la telefonía era un territorio subexplotado, ofrecía el tiempo necesario para ingresar al naciente mercado libre con una marca ya impuesta. España tiene además un alto desempleo -explicaba Martín a Forbes el año pasado-, agregando que como empresario uno quiere un alto desempleo porque la mano de obra es más fácilmente accesible y más barata. Además, los políticos quieren crear trabajo y tratan mejor a los entrepreneurs En el 98 comenzó a operar Jazztel, una telefónica que define su personalidad desde su nombre. El espíritu de jazz tiene mucho que ver con lo estamos construyendo, un proyecto con amor, pasión, creatividad, improvisando pero haciendo algo que suena bien explicaba con entusiasmo Martín cuando su nuevo emprendimiento estaba tomando impulso. No fumar, no a las corbatas, pero sí a las ideas innovadoras es el título de una nota publicada por el Financial Times en octubre pasado que refleja el estilo de trabajo que reina en la compañía. Jazztel es, junto a Retevisión, Uni2 y otros operadores, uno de los nombres que los españoles de la era post-monopolio están aprendiendo a identificar con la telefonía. En menos de dos años la nueva telco, que nació como una oscura revendedora de tráfico y entró al mercado por la puerta de atrás, se ha convertido en una de las quince mayores empresas hispanas. Standard & Poors acaba de asignarle el rating CCC+ a largo plazo, por su potencial para convertirse en uno de los principales competidores del mercado español y portugués.
Las oficinas de la compañía están en las afueras de Madrid, cerca de la Sierra de Guadarrama, un lugar ideal para practicar el mountain bike, que lo ha llevado con su bicicleta hasta la Cordillera de Los Andes. Jazztel comenzó a tomar forma mientras su creador pedaleaba junto a Antonio Carro -un gran amigo, convertido ahora en su mano derecha- y otros integrantes de una peña ciclística, que hoy son sus socios. Todos abrigaban grandes proyectos, pero el nacimiento de la telefónica estuvo plagado de dificultades. Martín Varsavsky consiguió un préstamo del Credit Suisse, poniendo como aval su 30% del paquete accionario de Viatel (unos 100 millones de dólares) pero la crisis bursátil de septiembre del 98 le jugaría una mala pasada. El valor de sus papeles cayó abruptamente y tuvo que vender parte de ellos a precios ínfimos para poder afrontar el pago de la deuda. Los inversores hispanos que habían comprometido su participación huyeron. Sobre llovido mojado, un grave accidente ciclístico lo dejó un mes internado. Dispuesto a salir de la bancarrota, el aguerrido entrepreneur reelaboró su plan de trabajo, buscó apoyo en grupos suizos y alemanes, reunió unos 75 millones de dólares y para marzo del 99 logró una emisión de bonos que resultó exitosa. Tiempo después se quejaría ante los medios por las dificultades para conseguir capitales en España, achacando el problema a la estrategia de concentración económica de las entidades financieras, que prestan solo a empresas de su grupo, obligando a quienes necesitan financiación a venderles acciones. En su opinión ésto es un chantaje que impide el crecimiento de compañías independientes. Jazztel, que también opera en Portugal, tiene acuerdos con Telefónica y RENFE para el uso de sus líneas. Entre tanto está tendiendo aceleradamente una red de fibra óptica propia, en asociación con Nortel. Actualmente cuenta con 4200 km de red troncal y 500 km de red de acceso local y en el próximo año espera tender 1900 km adicionales.
El niño terrible
Mientras la telco sigue creciendo, el inquieto empresario se montó al boom de Internet con Ya.com, el segundo portal español después de Terra, diseñado por un grupo de elite encabezado por Juan Perea, que abandonó Telefónica por disidencias con su expresidente, Juan Villalonga. Este episodio, que tuvo amplia repercusión en la prensa, fue aprovechado por Varsavsky para criticar severamente la gestión de Villalonga, atribuyéndole un comportamiento empresarial patológico y, de paso, ufanarse de su habilidad para fichar gente valiosa. Ya.com genera sus propios contenidos e integra además a una docena de web sites independientes dirigidos a segmentos específicos de consumidores. Está gestionado por Ya.com Internet Factory, propiedad de Jazztel (70%), de Varsavsky (10%) y de su personal (20%), que está programando su salida a la bolsa madrileña. YIF opera también el portal portugués Terravista y Spanien.com, un buscador que apunta a la cada vez más numerosa colonia alemana de la Península Ibérica. Entretanto, Martín ha puesto en marcha su sexta compañía, Einsteinet, una especie de supermercado informático con sede en Alemania, que provee aplicaciones en línea, permitiendo a los usuarios disponer de una gran variedad de software aún con equipos pequeños. Einsteinet le pertenece en un 50%, en tanto aportan capitales Goldman Sachs, JP Morgan, Merril Lynch y otros grupos inversores. Su interés por el mercado alemán lo ha llevado a incorporar el idioma germano a su repertorio lingüístico, hasta ahora integrado por el español, el inglés, el francés y el italiano.
A contramano de casi todos los emprendimientos de Internet españoles, que buscan a Latinoamérica como mercado de expansión, Martín Varsavsky aspira a seguir creciendo en Europa. Podré creer en las posibilidades de Internet en Latinoamérica cuando allí surjan políticos honestos y cuando la distribución de la riqueza se acerque a las tasas europeas. Hasta ahora nunca en mi vida lo he visto declaró a Forbes. Pero no solo los negocios lo alejan de estas tierras. Le preocupan también los problemas políticos y opina que sin una buena seguridad social no existe una verdadera democracia. El éxito de los países no se mide comprobando como le va al 20% más rico de la población, sino como le va al 20% más pobre. En Argentina, habiendo duplicado el PBI en los 90, el 8% de la población no tiene suficientes calorías para llegar a fin de mes y el 30% gana menos de 20.000 pesetas [unos 160 dólares], explicaba hace un año al periódico español Cinco Días. También afirmaba en esa oportunidad que la pobreza que existe en EE.UU. es aberrante porque podría solucionarse con un gasto mínimo. Pondera en cambio el proceso de reactivación que vive España, que ha llegado a ser lo que hubiera podido ser Argentina si allí no hubiéramos pasado por la dictadura militar. Sin embargo, no tiene pelos en la lengua a la hora de desparramar críticas a ese país. El gobierno parece más preocupado por los empresarios que por los consumidores se despachó a poco de su llegada a la península, recriminando a los hispanos una falta de iniciativa que los lleva a esperar el permiso gubernamental para implementar ideas innovadoras. Los americanos son los emprendedores más creativos del mundo y ahora, cuando la rebeldía es recompensada por los mercados, son líderes. Los europeos y asiáticos, tan bien educados y obedientes suelen perder asegura, pero se muestra optimista pensando que ya empieza a haber algunos empresarios punkies en Europa.
El locuaz Varsavsky critica también la mentalidad cortoplacista, según la cual la riqueza es solo cash, que impide aventurarse a negocios en los que las ganancias tardan en llegar porque requieren de una fuerte inversión inicial. Según él, lo más importante para una empresa es crear valor y eso es lo que está haciendo Jazztel, cuya rentabilidad está prevista para el 2002. Sabe que es difícil abrirse paso en las telecomunicaciones a pesar de la desregulación y cree que para romper definitivamente el monopolio, el gobierno debería dividir a Telefónica, como se está haciendo en EE.UU. con Microsoft. Opina que en España los mecanismos antitrust no funcionan correctamente, pero no pierde las esperanzas de llegar a ocupar a corto plazo el 5% del mercado. Lo que pasó en España entre el franquismo y las telecomunicaciones es lo que está a punto de pasar entre el monopolio y la liberalización. Telefónica es como el Franco de las telecomunicaciones. Ahora tendremos un destape, asegura.
Estas opiniones explosivas lo han convertido en el enfant terrible de las telcos ibéricas y le aseguran un lugar de privilegio en las secciones económicas de diarios y revistas. La prensa social, en cambio, no ha conseguido entrar en su intimidad. No se fotografía en sitios de moda, ni se exhibe junto a su familia luciendo ropas de marca, relojes caros ni otros atributos de poder que tanto abundan en las revistas españolas del corazón. Se siente satisfecho de haber cambiado la vorágine neoyorquina por la tranquilidad de un señorial barrio residencial de Madrid, donde encuentra más tiempo libre para compartir con sus tres hijos. Seguramente encontrará también el tiempo para seguir generando ideas; ya se ha ocupado de anunciar que dejará Jazztel en cinco años para dedicarse a nuevos proyectos. Este inconformista buscavidas criollo, que fortaleció su personalidad en los dolores del exilio y asimiló el espíritu emprendedor de los empresarios americanos, se ha convertido en uno de los cuarenta billonarios generados por el negocio tecnológico fuera de EE.UU. (Forbes, abril de 2000), ha levantado seis compañías y va por más.

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